Todos nosotros ya sabemos que desde esta guerra no hay vuelta atrás a un orden social de laissez-faire, que la guerra como tal ha llevado a cabo una silenciosa revolución preparando el camino a un nuevo tipo de orden planificado.
Karl Mannhein, 1943
by juanlecroix@riseup.net
El discurso del presidente colombiano Juan Manuel Santos en la VI Cumbre de las Américas realizada en Cartagena Colombia, deja una dualidad de cinismo y esperanza para las 35 naciones independientes y 14 dependencias que componen el continente de las Américas.
Cinismo, en cuanto al hecho de no preocuparse en la Cumbre de las Américas acerca las colonias independientes e islas del caribe que aún no se independizan del dominio francés, holandés e inglés. Caso tal el de Belice isla de Honduras y las Malvinas perteneciente a Argentina y hoy eje temático del conflicto argentino contra el subyugo de Inglaterra.
Adicional a la postura e identidad nacional que deseen tener los habitantes de las dependencias de las Américas, se encuentra la grave problemática cubana al ser excluida la representación de la isla por los intereses de EE.UU., factor en el que los líderes de Estado de Ecuador y Venezuela enfocaron su voz de protesta al no asistir a la cumbre en justificación alhecho. A ésta causa se unieron los gobiernos de América latina y fue con la mayor diplomacia una de las menciones más representativas en el discurso del presidente colombiano Juan Manuel Santos ante su homólogo estadounidense Barack Obama.
Para el mandatario colombiano la inclusión perentoria de Cuba a la cumbre es el primer paso para la unificación del continente, propone que a pesar de las diferencias políticas entre Cuba y norte América se puede conducir a un mínimo de diplomacia para optimizar la comunicación con las naciones de la región. El ejemplo de cambio fue aplicado al delicado caso que vivió su nación Colombia con el anterior gobierno y la República de Venezuela. Dos políticas ideológicamente distintas que hoy conviven en un vecindario de buenos términos y median sus intereses sin la necesidad de terceros que desestabilicen las posturas de cada nación.
No es correcto asimilar las problemáticas entre Venezuela y Colombia como un modelo que refleje el conflicto en los Balcanes, donde la perversidad del gobierno inglés jugó al ajedrez con la OTAN como su títere para armar al gobierno croata, amenazar al serbio , hacer ver al francés como un interesado mediador humanitario y mover tropas de apoyo ruso, su vez logrando esconder la mano tras tirar la piedra en un ataque orquestado por EE.UU. como su brazo armamentista y maniquí de sus designios. Para estos países imperialistas que luchan por el dominio mundial los intereses en que existieran en los Balcanes pequeños Estados indefensos, con límites territoriales y etnográficos en desarmonía con sus fuerzas productivas, siempre hostiles entre sí, paralizándose unos a otros y en consecuencia viéndose obligados a buscar la protección de una u otra gran potencia y por ende pasar a su servicio, es un acto primordial.
Es en éste laboratorio de experimentación a gran escala donde vemos reducida la primera guerra mundial a sus menores términos, Rusia esporádicamente al lado de los Serbios e, Inglaterra -quien en una incipiente guerra pensó que Hittler les exterminaría la amenaza roja que crecía en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas- del lado de Croacia: el gobierno de Franjo Tudman que enfrentó al rapaz lider del partido ultranacionalsocialista serbio, Slobodan Milošević, conocido por algunos medios y por sus opositores serbios como el “Carnicero de los Balcanes”. También culpable, junto con Tudman y sus cúpulas estadounidenses de armar a las poblaciones croatas, serbias y bosnio-herzegovinas a un gran genocidio entre repúblicas que representan la ignominia del hombre a través del perverso interés individual de los mandatarios del cinismo. Culpables de aplicar su justificada limpieza étnica bajo el fuego de las armas suministradas por EE.UU. y Rusia.
La Colombia que recibió en aquel entonces el Ministro de Defensa Juan Manuel Santos de Alvaro Uribe Velez, ex-presidente colombiano denunciado ante la Corte Penal Internacional. Estaba envuelta con demarcados y misteriosos tintes del influjo americano, transpiraba la necesidad de una militarización americana para repeler las políticas socialistas de la Venezuela de Hugo Chávez. Sin embargo, el nuevo mandatario restableció las relaciones bilaterales de los países vecinos y hoy circula una plácida tranquilidad entre las poblaciones que sufrieron el flagelo de la ruptura diplomática. Ante tal sentencia el presidente americano hizo alusión a una ayuda armamentista para la defensa de la población colombiana, posiblemente como las bases militares que de modo humanitario tienen sus miras entorno a Irán y el estrecho de Ormuz.
Otro factor en juego es la lucha contra el creciente desempleo en las naciones latinoamericanas y los tratados de libre comercio que se cocinan en la región. Santos -en lo que se supone un gesto de inocencia- menciona no inyectar el desempleo de EE.UU. a través del libre comercio con Colombia, sino un crecimiento mutuo y equitativo pero bajo las reglas del juego norteamericano. No está de sobra recordar la grave crisis financiera que vive Norteamérica y las macabras políticas de intervención que han implementado de modo negativo sobre América latina.
En los aspectos positivos se plantea una necesaria ayuda comercial en las políticas económicas de Haití con el fin de fortalecer su proceso de estructuración tras las fértiles adversidades que han azotado a la nación. También se evidencia una clara necesidad para prever las manifestaciones naturales y una unión colectiva de los países en pro a políticas de repliegue contra tales.
Santos en su discurso siembra la esperanza de establecer puntos de comunicación entre las naciones de las Américas, una funcional y primordial herramienta para el fortalecimiento de las civilizaciones, habla de tender puentes entre el continente, tejer hilos de diálogo y lograr alianzas para el fortalecimiento de los países.
Repensar a América latina como un fuerte continente unido es el sueño del latino y hace temblar del miedo a las aún existentes monarquías, pero un continente en el que se pueda viajar de EE.UU. a la Patagonia por una sola linea de libertad es el sueño del visionario. EE.UU. entrará a la vida de Latinoamérica a través de los tratados comerciales y métodos para solventar sus graves y nefastos problemas internos como siempre lo ha hecho, pero la realidad para esta América unida se espera muy distinta a la guerra de los Balcanes, en la que un gobierno fuerte siembra la desestabilización a sus débiles adeptos.
Cuando los ricos se declaran la guerra, son los pobres los que mueren.
Jean Paul Sartre