‘El miedo es el arma invisible que usa el poder para que no te rebeles’
Del pacto entre el lobo y el Leviatán el liberalismo ideológico logró determinar que el Estado debía estar en función del hombre, siendo éste un innato depredador basado en la voluntad de una representación macabra de la propia vida.
by juanlecroix@riseup.net
No es la propia vida ni el deseo de equilibrio representado en la muerte quién sustenta las bases del liberalismo ideológico, sinó la expresión teórica envuelta en su propia filosofía política, es decir el oscurantismo encarnado en sus cimientos.
El desarrollo de un país en un modelo capitalista de determinado corte y sistematizado por la democracia “moderna”, teóricamente se basa en la cohesión entre las fuerzas sociales, económicas y políticas para accionar de modo colectivo sobre la incrementación de capital interno y así lograr generar en términos marxistas, plusvalía como una de las tantas premisas de cada gobierno.La modernización sin embargo para Colombia fue un choque de frente a las visionarias ideas de nuestros limitados próceres, cada uno excepcional, culpable en parte por querer edificar sobre la inclemencia de nuestra demografía.
Europa tardó siglos en diseñar sus alcantarillados, en delimitar sus religiones, idomas, expresiones autóctonas, en formalizar sus culturas, en darse derechos, privilegios, en generar una revolución industrial que tardaría mucho más, de lo que una cruz enchapada en el mango de la espada española tardaría en América latina en resumir a la población indígena en libros de historia y en mercancías para sus museos. Hoy gracias a la divinidad de la santa iglesia católica podemos dar gracias a un jóven judío ário revolucionario cuya profesión era la carpintería milenaria. ¿No existe acaso alguna incongruencia en su obstinado discurso?
El liberalismo ideológico sin embargo se opuso ante tales ideas absurdas y haciendo facultad de su ingeniosa humanidad, realizó su aporte en la carrera mundial por conservar un sistema en constante optimización, una maquinaría de gigantescas proporciones dadas al desarrollo socio-económico y político del 1% de la población mundial quien controla más de 84% de los recursos mundiales.Es en este punto cuando entra el rol del Estado: ¿víctima o perpetrador?, ¿sólido, estable, beneficioso, inexistente, innecesario?Lo evidente es que éste opera sobre la fuerza política del país, quien considera que éste (el Estado) debe intervenir sobre todo proceso de desarrollo nacional. Esto en sí no implica sinó nacionalizar los procesos de desarrollo en beneficio de la construcción de una república democrática que acoja con respeto a cada ciudadano, pero paradógicamente para esta doctrina ideológica gobernante, no existe tal gente de bien, sino un distinguido club de caballeros del cual con certeza usted y yo estamos excluidos, quien se apodera de la representación política de la nación causando una abismal fragmentación económica de nefastas proporciones en la sociedad colombiana. Depresiones, pérdida de confianza en sus gobiernos, conformismo, pérdida de la visión y proyección de nuestras realizaciones, el bache económico genera constantemente mayor empobrecimiento, stress, pérdida de las capacidades y facultades humanas para la creación como única obtención de la libertad, por ende, los hace una sociedad más dada a la rapiña desaforada por las expresiones del facilismo, de la guerra, de lo violento, de lo bélico y finalmente el fértil y propicio laboratorio maxfactorizado para la creación de caudillos, amantes ególatras del poder.
No sólo nos limita a no generar sinó a depender, a no crear sino a observar y a largo plazo admirar y degustar las más despreciables expresiones “actuales” que rondan como basura sobre el mundo y aquí les rinden culto de rodillas.A esto debemos adjuntar que lo indignante no es que sean abiertamente corruptos y oportunistas, que votemos por ellos así sean viles y ruines, que siempre sean lo mismo pero con distintos nombres. Lo verdaderamente incómodo es que además hagan prácticamente su voluntad con el recaudo fiscal y el manejo de lo público mediante el poder que poseen de controlar al Estado mediante un Congreso organizado quien posee total potestad sobre las políticas económicas, adicional a esto es a su vez controlado por una selecta cúpula gestada desde el Gobierno de la República y así prosigue a militares, familias y transnacionales que degustan de la libre y sana competencia capitalista
La lucha entre la modernización del agro y la industria en Colombia es un negocio crudo y rudo, totalmente privativo a pesar de ser recursos que por lógica sus regalías pertenecen a los habitantes de los municipios de Colombia y a la misma sanación del campo natural (es decir, la fuente primaria), quienes deberían ser cobijados por un buen gobierno administrador de tales dineros, un gobierno inteligente que se enfoque en la educación, salud y cultura, en el desarrollo de su propia tecnología sin descuidar aspectos de alta relevancia como lo es la nefasta problemática del desplazamiento forzado interno que vive colombia a causa de un conflicto que requiere una necesaria solución inmediata.
En este punto hemos llegado a la completa alteración de los valores morales con los cuales se han redactado las constituciones. ¿Qué hubiese sido sin la pluriculturalidad política de los constituyentes del 91?
Tenemos para la muestra un pequeño ejemplo acontecido hace pocos meses cuando en Colombia fuimos testigos de una de las más representativas formas para engañar al mismo mecanismo político mediante un mítico mico legislativo el cual tenía como función favorecer los deseos de la bancada nacional (hoy en fragmentación) con una reforma irrisoria a la justicia en Colombia. Esta reforma que buscaba engañar a todo el pueblo terminó por evidenciar la verdadera naturaleza política de un Congreso acomodado, sin contar con el impulso que han brindado al inconformismo, a que la población se unifique e identifique estas cabezas del atraso.
Hoy día nuestra clase política es nefasta, la mayor parte del tiempo da la impresión que hiciese metástasis con la decencia. Somos un país que busca la vía al desarrollo desde hace mucho, pero quizás podríamos conocer la dirección de la inmensa autopista si no se hurtasen absolutamente todo. No somos un país pobre, sucede que somos un país donde se lo roban todo. Un país de aminorados avances, donde la mayoría de nuestras victorias son efímeras, remotas, todos en el antónimo de la armonía, en el opuesto de libertad. A veces hasta pensamos que nuestros antepasados lucharon por helados, por un pueblo retrógrado embelesado por la publicidad, lleno de falsas creencias, dogmas, repleto de absurdos y religiones sin sentido.
Que la clase dominante hoy se divida entre Masones o del Opus Dei en Colombia nos tiene sin cuidado, cada quien es libre de hacerle ritual a la vida o a la muerte, de comprender que todo es una consciencia energética o de estar firmes en el miedo a un dios que permite las hambrunas y los holocaustos.Traer a nuestro universo de ideas el tema de la lucha de clases, conduce a una interminable y tortuosa labor de la cual sólo se deberían ocupar los mártires, pero lastimosamente debe tener un fundamental sentido de importancia para cada ciudadano hasta el punto de hacerlo un tema ameno y plácido para todos y cada uno. Sólo un cínico vende su propia tierra para que esta sea agotada a cambio de su auto satisfacción causando la muerte a todos los que lo rodean.
El papel de cínico no le corresponde al burgués ni al proletario, sinó en términos filosóficos a un absurdo y este por gracia es el lugar concedido a dios en el mundo. El político no puede jugar a ser dios y esclavizar por voluntad a la población que ya está sometida al subyugo de la ética y la moral, el político debe accionar independiente de su corte y especificidad política en pro al desarrollo de un sistema unificado de cohesión más no coerción entre las fuerzas sociales, económicas y políticas.La política consta en hacer que el otro se salga con la mía, cómo se nota que éste país es gobernado por ingeniosos inversionistas del capitalismo del siglo XXI, son genios, impolutos, son abejas que la tienen tan clara para los negocios personales que prefieren regalar el país a las transnacionales en vez de hacer nuestros propios avances tecnológicos de industrialización, los orientales piensan que si algo no existe es la perfecta oportunidad que les concede la vida para que ellos sean los primeros en realizarlo, así cada oriental ansía ser mejor que el otro para incrementar el nivel de sus descubrimientos y aportar en algo beneficioso a la humanidad, nosotros estamos limitados al “¿para qué desarrollar si otro ya lo ha hecho?” o bien, “para qué hacer algo que no existe, esperemos que otro lo haga”.
Colombia está atada a la compra compulsiva de armamento al gobierno español gracias al obsesivo rito militar de mantener con firmeza los gastos para la guerra: otra deplorable y clásica conducta del consumismo desaforado. Minas, muertes, sufrimiento, mafia, micro y macro tráfico ilegal de drogas, blancas, de dinero sucio teñido con mucha violencia, la fértil corruptela que permea todas las esferas de las sociedad. Lo cierto es que de aquel pacto entre el lobo y el Levitán, nosotros debemos apropiarnos de nuestro papel como honorables ciudadanos de la república con todos los privilegios, derechos y responsabilidades que implica una ciudadanía.
Aún no es tarde para el hombre como en el lúcido ensayo del maestro colombiano William Ospina, el progreso siempre vendrá con inesperadas trampas que poseen como fin el naufragio de metrópolis, nuestros ángeles gobernantes y representaciones del celo en la tierra, jugando a ser dioses con el dolor humano, les brotará de la frente inesperados cuernos dorados para simbolizar físicamente el carácter de su verdadera naturaleza.
Lo único esperanzador de nuestra actualidad es que hoy somos conscientes de que algo está mal en nuestras políticas, que en América latina nada ha cambiado en doscientos años y que está en nuestro destino formar a una generación osada y sin miedo que logre exterminar las figuras autoritarias del atraso.
Es entonces como conclusión reflexiva el desarrollo de una urgente reforma agraria que nivele al país en materia de gastos y desarrollos, que la industria colombiana se apropie del sector minero, que existan políticas serias contra la apropiación territorial de transnacionales en Colombia.La política consta en hacer que el otro se salga con la mía, me resulta macabro que el sionismo tenga a los gobiernos débiles con estados débiles para estar siempre en cotra de si mismos, en desarmonía y así poder extender su humanitaria visión de compartir américa para los americanos.
¿Estamos en manos de los peores calificados o siempre estuvimos ante las fosas del lobo? Lo único que tiene claridad es la necesaria extinción del Estado y la interindependencia real y administrativa de cada rama en el país. La libertad de lo público haciéndolo público y, destinado a gastos de necesidades reales ajenas al conflicto y a los intereses individuales del corporativismo.Lo triste es que ni los americanos (norteamericanos) sepan que son víctimas de las bancas, de las élites y del negocio de la guerra, los medios y el terror. Que en Colombia permitan el esclavismo, que hayan cruzado las venas américa latina con sus estrategias económicas de dominación como el NAFTA, el PPP, IRSA y TLCs.
Mientras tanto sosteniendo la revista Time desde lo alto de un balcón, se asoma el presidente Santos gritando a los cuatro vientos:
-“¡Que viva Colombia!” …hombre, como si estuviera loco.
