…No es una vergüenza, es un circo de lo absurdo.
by juanlecroix@riseup.net
Es notorio cuando en medio de una decisión apresurada, la población de bajos recursos se ve desprovista ante la austeridad de contenido televisivo a ser presas de la sevicia encarnada en cada genio que diseña con detalle los programas de éstos canales.
Cada uno se supera a sí mismo, si no son narco novelas de seguro un reality con homosexuales conflictivos solucionarán el bache en los puntos de rating.
¿Qué enseñanza puede dejar un aparato de disuasión Nuestros medios de confusión masiva se desplegan con ligereza ante la necesidad, son propositivos e ingeniosos, dócilmente la publicidad lo anuncia todo, lo aplaude todo y hace uso eficaz de los incontables y a veces pasmosos recursos de las técnicas de comunicación.
Los mensajes ya no requieren argumentos: las técnicas de la seducción sólo exigen afectar gratamente los sentidos y producir en el público la sensación intensa de que sus necesidades serán satisfechas por el producto del que se trate.
Y es esta manipulación grotesca a lo que llamamos democracia. ¿No estaría loco el que escogiera al capitán de una nave sólo por la fotografía, por la sonrisa, por lo que dicen de él sus allegados?
Sin embargo cada vez más estamos dejando graves asuntos en manos de los oportunistas menos calificados, todo gracias a que ya no exigimos programas ni ideas ni compromisos sino imágenes seductoras y sonrisas de éxito.
Ya no hay lugar del planeta donde la política no recurra a la publicidad para vender la imagen de sus candidatos, ¿qué deben éstos prometer? Que lo digan los sondeos de opinión. ¿Deben mostrar carácter, o más bien familiaridad y simpatía? …todo depende de contra quién se deba competir.
Una imagen vale más que mil palabras, de modo que más vale publicar las fotografías convincentes y prescindir al máximo de palabras y compromisos.
Fue sobre la publicidad, antes que sobre ninguna cosa que Adolfo Hittler ascendió al poder en Alemania y que su discurso nacionalista y revanchista cundió entre su pueblo. Este ínfimo ejemplo debería bastar para levantar sospechas acerca de ésta técnica aparentemente neutral.
Pero a favor del corporativismo este instrumento que impone perfumes y tiranías, carece de vigilancia alguna y en pocos despierta un cauto recelo.